A raíz del obligado traslado anterior, el Estado había resuelto comprar una parte de la antigua Quinta de Iglesias, sita en el Arroyo Seco y había hecho construir un edificio especialmente adaptado para los fines educativos del Jardín de Infantes, según los planos del Arquitecto Jones Brown, con frente a la calle Gral. Luna Nº 1270 (entonces calle Córdoba) e inaugurado en el año 1903.
El P. Andrés Helbach, poco después de ser nombrado Superior de Montevideo en 1893, inició los trabajos de una nueva iglesia en la calle Tapes. Seis años después, en junio de 1899, fiesta de la Virgen del Perpetuo Socorro, Mons. Isasa bendijo solemnemente la nueva Iglesia.
La misma había sido erigida con el apoyo de una distinguida Comisión de Damas entre las que cabe destacar, por su actividad y generosidad los nombres de Clara Jackson de Heber y Sofía Jackson de Buxareo.
En 1895 la firma “Carrara & Volonté” inaugura un velódromo en el Arroyo Seco en la quinta de la familia Iglesias Canstatt propiedad que, una vez más, seguía oficiando como soporte polideportivo.
Según datos aportados por Ruben Cóppola, el piso era de madera y las curvas peraltadas con una elíptica de 333.33 metros.
En él competían jóvenes de clases acomodadas, afiliados al recientemente creado Club Nacional de Velocipedistas.
Algunos de estos apellidos: Figari, Gracés, Barbieri, Parodi, Cassarino, Arangude, Aguerre, Ferretjan. En general estos deportistas eran hijos de importadores, comerciantes e industriales de buen nivel económico, que les permitía adquirir máquinas artesanales con los últimos adelantos, construidas a pedido.
Los espectáculos que se ofrecían atraían mucho público. La mayoría eran familiares de los competidores que concurrían en carruajes con las vestimentas de la época: rancho de paja para los hombres y vestidos con miriñaque y grandes capelinas para las damas.
Este velódromo fue demolido en 1903 cuándo comenzó a dar pérdidas…
Fuente Revista Raíces